Queridas amigas y queridos amigos,
Son dos palabras las que resumen los sentimientos que hoy brotan espontáneamente al escribir estas líneas: “gratitud” y “reconocimiento”. Gratitud y reconocimiento por el compromiso, la entrega y la lealtad a toda prueba que supieron mostrar con el proyecto colectivo que esta vez me tocó liderar como precandidato a la Presidencia de la República.
Fue una campaña dura, llena de dificultades, pero también llena de convicción y momentos gratificantes. Hicimos una campaña austera, limpia y honesta, de cara a la gente, poniendo por delante nuestras ideas y principios.
Me siento orgulloso de haber tenido el honor de representarlos. En cada debate y foro al que asistí, siempre los tuve presente en mis pensamientos, recordando cada conversación, cada sugerencia, cada dolor y cada problema que requería solución. He tenido la suerte de recorrer el país más de una vez y tengo la certeza de que nuestras ideas son compartidas por multitudes a lo largo y ancho de todo Chile.
Créanme que nos hemos ganado el respeto de la ciudadanía y el derecho a caminar con la frente en alto, porque no traicionamos nuestro proyecto de una centroderecha social, moderna, republicana y popular que por años hemos venido impulsando, comprometida con la democracia y los derechos humanos, promotora de una auténtica economía social de mercado que ponga freno a los abusos, capaz de plantarse con valentía frente al autoritarismo y la demagogia, y cuyo despliegue, sin duda, no termina aquí.
Porque el diagnóstico, las ideas y los principios de la libertad, la responsabilidad y la solidaridad, que han sido el fundamento de este esfuerzo común, siguen más vigentes que nunca, y tenemos mucho trabajo avanzado que no podemos despilfarrar.
El llamado es a mantenernos unidos y organizados, con la clara conciencia de la responsabilidad que significa encarnar los anhelos de cambio que se encuentran en lo más profundo de la clase media y los sectores más vulnerables. Chile vive una grave crisis y no podemos permitirnos claudicar. El país necesita diálogo y acuerdos que nos permitan arribar a un nuevo pacto social, que, por medio de las reformas aún pendientes, devuelvan la legitimidad a las instituciones y aumente la cohesión social. Somos nosotros los que hemos probado, una y otra vez, que estamos disponibles para hacerlo y eso nos ha permitido contar con la confianza incluso de nuestros adversarios.
Por eso, es nuestro deber continuar sirviendo a Chile, proyectando y fortaleciendo esta centroderecha de raíz social, colocando nuestras ideas y liderazgos a disposición de Chile Vamos y de quien le corresponda asumir la alta responsabilidad de dirigir los destinos de la nación.
Como dice el proverbio: “Ars longa, vita brevis”, la tarea es larga y la vida breve, pero, aunque quisiéramos, no existe otro camino. Sé el costo que tiene para muchos de ustedes y que a veces parecieran verse sólo negros nubarrones en el horizonte. Pero también sé por qué lo hacen, porque me lo han dicho conversando en cada casa, sede y local que he visitado a lo largo del país. Lo hacemos por nuestros padres y abuelos, por nuestros hijos, por nuestros nietos, por las futuras generaciones, que merecen vivir en un Chile más libre, justo y solidario. Ese impulso y esa mística es la que necesitamos para seguir empujando esta centroderecha social que llegó para quedarse.
Les envío un gran abrazo,
Mario Desbordes Jiménez