El agua como política de estado
Durante los últimos 10 años, Chile ha estado sometido a un grave cuadro de escasez hídrica, el que para muchos expertos es el mayor en un siglo. Actualmente se encuentran vigente 16 decretos de escasez hídrica y solo en la última temporada estival, 104 comunas se vieron severamente afectadas. Hay consenso en que esta crisis es consecuencia del Cambio Climático, lo que nos obliga a adaptarnos y mitigar sus efectos.
De lo contrario, se verá amenazado el abastecimiento de agua para el consumo humano y también, para el desarrollo de nuestros dos principales sectores exportadores: la minería y la agricultura. En definitiva, están en juego tanto la viabilidad del orden político y económico, como las condiciones fundamentales para la subsistencia de nuestro pueblo
Desde el primer gobierno de Sebastián Piñera, incluyendo el segundo gobierno de Michelle Bachelet, se han venido realizando estudios y diagnósticos, habiendo relativa continuidad en la política de construcción de embalses. Sin embargo, esta política desconoce la naturaleza misma de la crisis. La construcción de embalses demora décadas y depende para su éxito del caudal de los ríos. Siendo la baja de las precipitaciones y el acelerado derretimiento de los glaciares una consecuencia del Cambio Climático, este plan ya no constituye una alternativa recomendada para Chile
El programa de gobierno de la candidatura presidencial de Mario Desbordes contempla una Política Naciona del Agua, inspirada en experiencias internacionales exitosas; como la de Arizona, California e Israel; cuyo objetivo es sentar las bases para resguardar la seguridad hídrica del país, aumentando radicalmente la eficiencia en el uso del agua.
Ejes de la política
Sistema Hidrológico Nacional Autónomo: Junto a la consagración del Derecho Humano al agua y la redacción de un nuevo Código de Aguas, se necesita una nueva institucionalidad capaz de gestionar eficientemente este recurso. El Gobierno presentó un proyecto de ley que crea el nuevo Ministerio de Obras Públicas y Recursos Hídricos, que contempla una Subsecretaría del Agua. Si bien esto es un avance, el programa de gobierno de Mario Desbordes considera conveniente la creación de un sistema hidrológico autónomo, que al igual que el Banco Central, se haga cargo de gestionar la actual inflación de derechos de agua que existe en muchas cuencas afectadas por la escasez. Hoy el agua no solo es escaza, sino que se usa de forma irresponsable.
Para poder gestionar eficientemente el agua, el primer paso es contar con una institucionalidad capaz de modelar hidrológicamente y planificar territorialmente cada una de las 101 macrocuencas y sus respectivas microcuencas, que otorgue información en tiempo real, permitiendo gestionar el agua de forma sustentable.
- Necesario cambio cultural: A través de programas de educación e incentivos a nivel local y domésticos; como sistemas de captación de aguas lluvia en techos, jardines y calles, incentivos a la desviación de aguas grises y al reemplazo del césped por xerojardines; se debe propender a un cambio cultural que incorpore la conciencia de la escasez hídrica y la importancia de usar este recurso de forma eficiente.
- Urgente revolución tecnológica: Junto con una decidida y eficiente política de forestación, se debe dar inicio a una rápida y profunda transformación tecnológica que aumente la eficiencia en el uso del agua y nos permita acceder de forma masiva a otras fuentes, como el agua del mar.
Para esto, se debe aumentar el riego tecnificado, el uso de hidrogeles (que reducen el consumo hasta en un 90%), el control de la evaporación, invertir en desalación, en infraestructura para transportar agua dentro de cada cuenca y para rellenar acuíferos.
Inversión en plantas desaladoras
- Antecedentes históricos: Las primeras plantas desaladoras construidas en Chile datan del cuarto final del siglo XIX. Entre 1872 y 1907 se construyeron tres plantas desaladoras en la Región de Antofagasta, Las Salinas, Domeyko y Sierra Gorda, siendo la primera de éstas la precursora de la tecnología sustentable de desalación y una de las pocas pioneras de las que se tiene información a nivel mundial.
La planta de Las Salinas, la primera construida en Chile, tenía por objeto abastecer de agua a los poblados mineros de la zona. La planta tuvo una producción de 22.500 litros de agua por día y logró mantenerse en operación por 40 años, hasta que fue remplazada por suministro vía ductos de abastecimiento de agua cordillerana.
Recién en 1998 se retomó la construcción de plantas desaladoras, en la ciudad de Arica, desalando agua salobre del río Lluta, casi en la frontera con Perú. Inicialmente producía 200 litros por segundo, pero en la actualidad abastece 412 l/s de agua desalada. Ese mismo año comienza la operación del primer proyecto de Agua Potable Rural (APR), con tecnología de Osmosis Inversa, para desalar agua salobre. La iniciativa se concretó en la comuna de San Pedro de Atacama, en la Región de Antofagasta, financiada con fondos del Ministerio de Obras Públicas, para abastecer la demanda local.
Según un catastro realizado por Ministerio de Obras Públicas, en Chile están funcionando 24 plantas desaladoras y hay otras 22 en desarrollo. Por ejemplo, Aguas Antofagasta cuenta con dos plantas, una en Antofagasta que abastece el 85% de la demanda de esa ciudad y el 100% de Mejillones, y otra en Tocopilla que abastece al 100% de la demanda de ese puerto.
